En los últimos siete años me atreva decir que todas las empresas han tenido que llevar a cabo una o varias refinanciaciones de su deuda. En esto, a mi juicio, se ha aprendido muy poco y se repite el mismo proceder. Se acude al banco se solicita el saldo necesario para ponerse al día mediante un préstamo / crédito con garantías del que se suele conceder entre un 50% y un 75% en los mejores casos y se paga. Aunque sean entornos profesionales generalmente se piensa poco en términos de utilidad. Es cierto que Excels señalan la proyección de pagos, la viabilidad, etc. pero rara vez e plantea el empresario la verdadera utilidad de la operación o lo que se deja en el camino para esta finalidad.
Que las empresas llegan tarde al concurso es un mantra que se repite en cada conversación de jueces, abogados, economistas, etc. (aunque también es verdad que en España «a toro pasado, todos sabemos cómo pegar los pases») pero lo cierto es que dado el estigma del concurso la gente llega muy tarde para evitar la derrota. De hecho, un magistrado de Barcelona recientemente señalaba que aunque la Ley Concursal no había servido para aprobar convenios ni salvar empresas se había convertido en un sistema de cerrar empresas relativamente seguro (aunque también sostenía que aun de liquidación es residual respecto al «persianazo» que sigue siendo la opción mayoritaria).
Para evitar esto sería esencial antes de refinanciarse
1. Preguntarse honestamente si la actividad de la empresa es viable, si realmente hay voluntad de continuar (más allá de obligaciones morales), qué ocurrirá si va mal (en qué peor situación quedarían socios o administradores) y qué cambios internos (al margen de conseguir el dinero) deberían llevarse a cabo para poder continuar.
2. Ver la situación bancaria de la compañía y la relación de contratos con garantías (tasación, etc.) para valorar la oportunidad de mantener o abandonar el bien (pensemos que p.ej. es un suelo quizá convenga la ejecución).
3. Qué destino y utilidad se dará al dinero. Este ejercicio debe suponer extrapolar mínimo a 6 – 12 meses y no sólo escenario de devolución. P.ej. si el dinero, simplemente, es para ponerse al día con proveedores, probablemente, la empresa seguirá desclasificada en entidades aseguradoras y deberá pagar contado, etc. P.ej. si se usa para pagar el ERE y el circulante después no se puede atender no habrá servido para nada, etc.
4. ¿Existen alternativas para refinanciarse?. Quizá medidas de refinanciación con proveedores, trabajadores y organismos públicos (aplazando sin interés) puedan resultar más eficaz que la bancaria y menos arriesgada para el avalista.
5. La más dura reflexión, aunque imprescindible, cuando el administrador es socio (o la empresa es familiar y es su medio de vida) pasa por preguntarse si lo que se mantiene es una forma de vida a cambio de mayor riesgo o un modelo empresarial. En ocasiones se refinancia porque es de lo que la familia vive y esto, lamentablemente, no suele permitir dar la vuelta a la situación por lo que se acaba con una mayor deuda.
Sólo una respuesta sincera permitirá optar por la mejor solución en términos de utilidad.